Entradas

Mostrando entradas de 2015

A quien pueda interesar.

Puedo ser tu compañero existencial o tu pareja cósmica, eso depende de factores en los que ni tú ni yo podemos interferir del todo, es algo en lo que nos vemos envueltos y aceptamos. Te pido que no me exijas ser tu novio o tu esposo, aclaro de antemano que no quiero serlo. Tampoco quiero pasar el resto de mis días a tu lado; quiero tener mis días a solas, días grises, días con otra mujer, días en los que decido no salir de casa y embriagarme con licor o drogas o de tantos cigarrillos. Si al llegar la noche estamos juntos, aprovecharemos la energía lunar para llevar a cabo mi ritual: follaremos hasta reventarnos y permitirás, sólo durante el ritual, ser tratada por mí como una perra, y antes de que el Sol asome sus primeros rayos y atraviesen los cristales de la casa o el hotel, tendremos una conversación tan excitante que volveremos a reventarnos los labios y la espalda hasta que ya las cortinas se bañen con una irritante fluorescencia que nos devolverá el silencio y la alegría de

C'est la vie!

La vida es más como una estación; lugar donde vos, sentada en un banco lejano, observa a los viajeros atravesar las puertas del tranvía [sin subirse]. Ni tú ni yo subimos. Nos dejamos fuera sin saber alguna vez a dónde fueron todos. Nos descubrimos solos en medio de las noches más heladas, y temblabas al hablar. Yo también temblaba, pero sin decir palabra alguna. Sacrificamos las épocas más valiosas de nuestras vidas. Olvidamos vivir; lo dejamos a un lado. Fuimos espectadores a tiempo completo. Nunca nuestros ojos se cansaron ver, de perseguir a aquellos hombres, cuyas siluetas deformes, iban y venían, explotando en risas borrachas y tonos de piel en blanco y negro. En ocasiones sentí ganas de subir, de largarme con ellos, repleto de maletas y despedirme de un amigo o una mujer. Ganas de despedirme de alguien y subir [y no] al tranvía, para mirar desde adentro y reflexionar también del otro lado y verte donde siempre, pero yéndome a quién sabe dónde. Ellos qu

Lo que le pertenece a la ciudad.

La ciudad está poblada por sombras y hombres vagabundos de risas y botellas con cartas en las paredes y silbidos, por canciones tristes de taxis de esquinas y alcantarillas, por ruidos en el bajante y mierda, por cierres de puerta de impulsos con manchas de sangre en el piso y fragancias memorables, por hipo de espuma y vino y  cigarrillos, por gritos de huellas de esperma de vela y semen, por bocas rotas rojas, por gatos de putas de casas desoladas,  por una profunda oscuridad y silencio y vida  y muerte y hambre y sed y peces.

De la desesperación del hombre y la inmensidad de la noche.

La noche me parece exageradamente grande en muchos aspectos. Hay demasiado silencio, demasiadas sombras, demasiado cielo, demasiada ciudad y calles vacías. A diferencia de la mañana, los hombres ya no van ni se tropiezan ni vienen ni se disculpan ni continúan y llegan tarde; por la noche son pocos los hombres que caminan, que la lluvia los apaga y fuman cigarrillos húmedos en la parada de una esquina. La noche es oscura. Los ruidos los hacen las mujeres o los gatos; las putas de esquina. Los bares se llenan de hombres con el alma en llamas y las manos frías con la que alcanzan a pagar otro vaso de licor y se hablan a sí mismos como queriendo explicar un hecho ocurrido y lo repiten y repiten, y a medida que lo hablan lo repiten y giran en torno a ello y se repiten hasta que se acaban los billetes y se largan con la piel en llamas y una mujer con la piel tibia.

Sospecha que muere, y muere.

Un hombre nunca regresa a la cama siendo el mismo. Por la noche, luego de lidiar duras batallas durante el transcurso del día, encerrado en su alcoba, con la mirada fija sobre el techo, descubre que una parte de sí ha muerto y una nueva acaba de nacer. Se adormita lentamente con la virtud de un hombre nuevo. Este hombre nuevo destruye el tiempo por bien propio; y lo mismo hace consigo mismo para mantener su integridad. Destruye lo aprendido, y se hace nuevamente y nuevamente aprende a ser; para olvidar de nuevo y destruirse. No se reconoce. Es un hombre duro y frío. Es un hombre muerto. Un hombre actual. Ninguna mujer sabe cómo siente un hombre a menos que lo haya sido. Y ningún hombre nació siendo mujer para contarlo. El hombre ve por encima de lo que mira y observa cómo otro hombre se desploma; no hará nada para detenerlo, le pertenece el turno ahora. Es el único momento donde un hombre reconoce al otro, y sonríe. Apartan la mirada, se separan y vuelven a ser desconocidos. P

Querido John.

Asistí abiertamente al simulacro donde máquinas de acero se volcaban y estrellaban como luces fugitivas en medio de la noche muerta.  Magnífico espectáculo donde la vida se consuma luego de encender el último cigarrillo y respirar todo el aroma que quedaba colgando de las nubes. Vi medusas arrastrarse por el suelo y aves revoloteando a cantos fuertes. Sentí cómo la noche se hundía en mi pecho y me hacía volar en pedazos. Sentí cómo la noche se hacía eterna y yo colgado de una nube. Oh, noche maldita, pero qué diablos hacía yo atravesándote en su compañía, en lugar de estar sentado a solas, mirando a través de la ventana, donde los paisajes pintorescos son motivo  de buenos recuerdos. Pero dime, vida, ¿acaso debo abandonar toda esperanza y asumir como real lo sucedido luego de tantos engaños? Dame a elegir la opción de no pensar o continuaré bailando en medio de la noche muerta en que moría.