Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2012

Cecilia.

Imagen
Era sábado por la noche, día en que Cecilia conocería el amor... Y enloquecería. Cecilia, una joven de 19 años. Vivía al noroeste de Italia, en la ciudad de Alessandria. Era su familia de clase media-alta, vivía con sus padres y su hermano menor, Alessandro, de 4 años. Era conocida en su ciudad como  «La mujer perfecta » así le solían llamar en aquel entonces, antes de que rompiera con la razón. Su historia comienza así: Hacía un día frío, un véspero melancólico perfecto, de esos que traen recuerdos de un pasado oscuro muy difícil de olvidar, como lo era el de Cecilia. Estaba ella sentada en un banco solitario a un lado de la plaza cercana a su hogar. Sobre ella, un cielo amarillento que poco a poco enmudecía, moría sin dejar rastro, sin estelas, sin nubes que lo adornaran, simplemente moría amarillento, silencioso; así moría. Ella chupaba de su cigarrillo, admirando la perspectiva hambrienta que caía sobre el horizonte , y frente a ella, una perspectiva bondadosa, que a lo lejos c

Delirio.

Imagen
Él abre los ojos, se ve reflejado en el espejo. Parpadea, ya no está el reflejo en el espejo. Parpadea, ya no está el espejo. Hay una pared con su sombra, él la ve. Parpadea, ya no está la sombra. Parpadea, ya no está la pared. Se ve a sí mismo. Parpadea, él ya no está. Cierra los ojos. Imagina y se ve. Abre los ojos, ya no existe el mundo. Vuelve a cerrar los ojos, se ve. Parpadea, desaparece su mundo interior. Ahora sólo queda él, aislado de la realidad, horrorizado de su situación. Teme parpadear y desaparecer completamente.

Y tal vez mañana...

Imagen
Y tal vez mañana no recuerde de qué color eran sus ojos, pero si un día lejano se atreve nuevamente a pasar frente a mí, la reconoceré enseguida por su tímida mirada. Y tal vez mañana no recuerde su boca, pero si un día lejano se atreve nuevamente a pasar frente a mis labios, la reconoceré enseguida por sus besos. Y tal vez mañana no recuerde su cabello, pero si un día lejano se atreve nuevamente a pasar frente a mi olfato, la reconoceré enseguida por su fragancia. Y tal vez mañana no recuerde sus manos, pero si un día lejano se atreve nuevamente a entrelazarlas con las mías, la reconoceré enseguida, porque encajarán perfectamente. Y tal vez mañana no recuerde quién es, pero sabré que es ella.

Un amor apresurado que llegó despacio.

Imagen
No sé cuánto tiempo habrá transcurrido. Te he esperado en este lugar durante años, sentado justo en esta silla, leyendo cualquier cantidad de libros, viendo el tiempo pasar. Algo de este sitio me condujo a ti, a esperar por ti, incluso sin tener la seguridad de que vendrías, pero te esperé. Y me alegra verte hoy. Es un buen día. Te busqué en mis textos, en otros textos de letras ajenas, y no lograba hallarte, sabía que debías ser real. Algo de mí te encontró dentro de mí, conmigo, por eso me decidí a esperar. En pausas, solía mirar personas caminar; en pausas, escuchaba sus quejas y sus problemas. En pausas solía imaginar que te veía, que vendrías. Y ahora que te veo lo confirmo; no eres tan hermosa como pensé, lo eres mucho más. Te echaba de menos en mis tardes solitarias, oscuras y vacías. Que por cierto, escribí un montón de cartas que fueron hechas sólo para ti, pero todas las quemé, jugué con sus cenizas y las lancé con dirección al viento. Hacía mucho que no escribía y

Sombra de lobo.

Imagen
Él, el oscuro caballero hechicero de traje formal negro, la calamidad brilla en sus ojos. Al caminar desata furia; con sus pasos arrastra al viento. Deshace todo lo que está en su lugar. Su alma está desnuda y turbia, su corazón está esculpido con la imagen de un recuerdo.  Él, ríe sin gracia, a veces, ve sin mirar. Su rostro está sombrío y su sombra es solitaria. No tiene compromisos, sólo anda, anda sólo por andar. Camina despacio, prisa no tiene; nadie lo espera al otro lado, nadie lo busca en este lugar.  Él está solo. Su alma es nómada, su espíritu bohemio. Hace mucho que no habla, su silencio es mudo, su voz también lo es. Para romper con el silencio tiene que besar los labios del amor, lo que para él es una desgracia.  Él, silente como la muerte, desgarrador como el olvido. Su infierno es sólo uno: Él.  Son sus noches de viajes largos. Visita los más recónditos rincones de su ciudad, de la ciudad vecina, de la ciudad lejana, de la ciudad que nadie atreve a pisar. De día