Querido John.
Asistí abiertamente al simulacro donde máquinas de acero se volcaban y estrellaban como luces fugitivas en medio de la noche muerta. Magnífico espectáculo donde la vida se consuma luego de encender el último cigarrillo y respirar todo el aroma que quedaba colgando de las nubes. Vi medusas arrastrarse por el suelo y aves revoloteando a cantos fuertes. Sentí cómo la noche se hundía en mi pecho y me hacía volar en pedazos. Sentí cómo la noche se hacía eterna y yo colgado de una nube. Oh, noche maldita, pero qué diablos hacía yo atravesándote en su compañía, en lugar de estar sentado a solas, mirando a través de la ventana, donde los paisajes pintorescos son motivo de buenos recuerdos. Pero dime, vida, ¿acaso debo abandonar toda esperanza y asumir como real lo sucedido luego de tantos engaños? Dame a elegir la opción de no pensar o continuaré bailando en medio de la noche muerta en que moría.