Meditando sobre la niebla.
Era tarde, la noche de aquel día. Caminaba con sentido hacia ningún lugar, con la intención de encontrar lo que ya se hacía por perdido. Sí, mi intención era encontrar la paz que el tiempo había dejado atrás, escondida en un abismo que no me atrevía a pisar. Después de transitar fríos caminos, decidido a hallar de nuevo lo que algún día había sido de mi pertenencia, me arriesgué, dando un paso al más allá sentado bajo la luz de la luna, meditando sobre vientos de neblina que habitaban a mi alrededor.
Transcurrido ya el paso del tiempo, me vi caer sobre la nada. Érase un lugar muy oscuro, mi visión no estaba acostumbrada a tanta oscuridad. Mi cuerpo, era sensible y era casi visible, estaba rodeado de una vibración incontrolable, y a mis oídos, un sonido tan insoportable que me hacía recordar a mi despertador, o algo similar a ello, lo que enseguida me llevó a pensar que quizás era el despertador del alma. Sentí miedo al momento, luego recordé el motivo por el cual hacía lo que estaba haciendo, y relaje mis nervios. Todo era oscuro, y vi una pequeña luz que brillaba al final de un túnel, supuse que para llegar a esa luz, debía atravesar ese túnel de misterios. Podía flotar, me sentí libre, era agradable la sensación por la que pasaba. Sin dudar de lo que hacía, alcé vuelo hacia el túnel, que mientras lo atravesaba sentía como cientos de voces me hablaban, cientos de ruidos escuchaba; cada uno de los sonidos provenían de lugares distintos. Ésto, me hizo sentir que enloquecía, y que probablemente el temor de lo desconocido rompería mi conexión con ese más allá en el que me encontraba. Me dejé arropar por la confianza y me sentí seguro, me concentré en lo que hacía y dejé llevar mi cuerpo directo hacia la luz
.
Al finalizar el tenebroso túnel, me encontré con algo que iba más allá de la vida, y también más allá de la muerte, sabía que lo que estaba viendo, probablemente no lo volvería a ver una vez más, así que decidí guardar en mi memoria, una fotografía de lo que divisaba. Dejé caer mis pies sobre la grama, estaba un poco fría y yo estaba a pié descalzo. El lugar en donde estaba era perfecto, o quizás no era el lugar, era el momento, pero alguno de los dos lo era, o pudiese ser que los dos lo fueran. A mi alrededor no se encontraba ninguna persona, sólo la naturaleza y yo en conexión de mi paz interior. Me sentí feliz, inclusive el tiempo no era de importancia, pude haber estado allí durante años, y en la vida real sería tan sólo algún par de horas o minutos. No podía contener tanta alegría, por lo que decidí gritar al aire libre todo lo que quería o sentía, sin molestar a nadie y sin que nadie me fuese a molestar a mí. Érase un lugar con claridad, su resolución era muy nítida, de hecho parecía ser todo tan real, por lo que llegué a sentir que no quería irme de allí, sólo quería quedarme y seguir disfrutando del bienestar. De los problemas no parecía acordarme, creo que de momentos los olvidé por completo. Estaba conmovido con todo, así que corrí a la sombra de un árbol cercano. De pronto, noté que mis ideas podían fluir de manera fácil, por lo que me senté a reflexionar. Me cuestioné, me hice varias preguntas que sin molestia alguna pude responder con facilidad. Había encontrado en mí, las respuestas de tantas preguntas que me hacía a diario. Había por fin encontrado la paz, me había encontrado conmigo mismo y el bienestar era absoluto. Encendí la imaginación, así que fui en busca de conocer el área que para entonces era yo quien la habitaba.
Comencé a sentir una sensación bastante extraña, y de la nada, no era sólo yo, con lo que comenzaron a bajar personas que no había visto jamás, pero también personas que ya había visto, y estaban muertas. Los nervios de no saber lo que sucedía me seducían, la multitud de personas me rodeaban y cada una hablaba al mismo tiempo. Me sentía confundido y no podía entender nada. Las voces lastimaban mis percepciones y mis sentidos. Cuando de pronto, el tiempo daba marcha atrás despacio y pude ver de nuevo todo lo que había vivido en aquel sitio. Vi mi alma flotar durante segundos, estaba cercana a mi cuerpo y con una luz radiante que la iluminaba, entró en mí y pude despertar consciente después de todo.
Al despertar de la meditación pude sentir como mis corazonadas eran más rápidas de lo normal, y mi respiración tan acelerada como nunca. Mi cuerpo, estaba dormido y sentía hormigueo en todo él. Fue tan efímero todo lo que había sucedido, pudo haber sido inclusive un parpadeo. Levanté mi cuerpo, caminé con algunas dudas pero pude recordar que mis preguntas habían sido resueltas y más allá de todo eso, había encontrado la paz. Sonreí despacio, mientras recordaba aquella imagen que tomé de aquel recuerdo y fue allí, cuando entendí que sí pude encontrar la paz, que no la había perdido mientras volvía a la realidad, y que la traje con vida a mi vida. La paz estaba dentro de mí, conmigo.
Vivir, meditar y despertar forman parte de la experiencia,
traerá dudas, como también mucho más conocimiento.
Pero lo importante a traer, siempre será la paz que se encuentra en tu interior,
allí, dentro de ti.
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