Febrero

Con los ojos puestos sobre el abismo

ansío afanosamente elevarme por encima de su profundidad,

 y respirar por fin, 
la misteriosa fragancia que se desprende de los cielos.

De momento
he saboreado suficiente voluptuosidad en los suelos;
he lamido el fondo,
he conseguido el fin.

Y aún cuando me encuentro al borde del último abismo
(que es el menos peligroso de todos)
no abandono la esperanza de convertirme en águila
y volar.

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