3:33 a.m.

Me enloquece que me mires cuando sabes que te veo.
Me enloquece verte caminar apresurada cuando sé que te diriges hacia mí.
Me enloquece tu pecho, cuando tu corazón acelerado te delata.
Me enloquece cuando bajas la mirada y sonríes en silencio si te digo algo bonito.
Me enloquece tu silencio cuando habla.
Me enloquece tu voz cuando la escucho.
Me enloquece tu olor, tu cabello, su fragancia.
Me enloquece el brillo en el café de tu mirada.
Me enloquece tu boca rosa, sin espinas ni cuartadas. 
Me enloquece que tu mano encaje con la mía.
Me enloquece cuando nuestros pasos son unísonos al caminar.





Hay alguien que a lo lejos nos mira, tan lejos que ni tú ni yo lo vemos, pero él nos mira sonriente. Ve como entre la noche nos perdemos, como una brisa nos balancea de lado a lado. Él sigue allí, mirándonos, viendo como a lo lejos ya no somos más que un pequeño reflejo que va perdiendo su lucidez y se destiñe. Él, sentado a lo lejos, nos escribe.

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